sábado, 27 de abril de 2013

Fábula


"Tener confianza en vos mismo"

Era el pájaro carpintero un gran poeta entre los animales. Sólo que aún ellos no lo sabían, ya que el pájaro se guardaba sus maravillosas obras para él mismo por miedo e inseguridad a que no fueran aceptadas por los demás animales.
   Un día la ardilla, que pasaba por allí, al espiar como hacía usualmente por la rendija de la puerta, pudo ver al pájaro muy concentrado en un papel blanco. La ardilla, destacada por ser metiche, se preguntó qué estaría haciendo.
   Escondida lo observó hasta que éste se marchó. En ese mismo instante ingresó en el hogar del pájaro carpintero y se abalanzó hacia aquella hoja de papel blanca en la que tan interesado estaba su autor. La ardilla leyó el poema que estaba escrito en ella. Al terminar no pudo creer lo hermoso que era. Decidió  guardárselo, para mostrárselo a sus vecinos a ver qué opinaban.
   Al día siguiente, después de haber escuchado los halagos de todos sus vecinos hacia aquel poema, la ardilla se dirigió, sin ningún remordimiento ni lástima hacia el pájaro carpintero, hasta la casa del alcalde búho, para pedirle un lugar en el concurso de talentos de ese bosque, planeando leer ese poema atribuyéndose los derechos de autor.
   El día de la muestra de talentos todo el bosque había asistido al teatro central, incluido el pájaro carpintero, quien se llevó una gran sorpresa al escuchar el poema escrito por él, pero en boca de otro, en este caso ¡De la ardilla! No lo podía creer. Pero no se animó a hablar, ni a reclamar su poema, ya que era muy tímido e inseguro.
   Así fue como la ardilla terminó ganando la medalla del concurso de talentos y disfrutando de su fama, divertida aunque no eterna, mientras el verdadero autor del poema se quedaba en casa solo, por el simple hecho de no haber tenido confianza en sí mismo desde un principio.

sábado, 20 de abril de 2013

El naciminento del cabello (leyenda)

Leyenda:
El cabello:
Cuenta la leyenda que siglos y siglos atrás, cuando el mundo no era como lo conocemos estos días, todas las personas, mujeres, niños, jóvenes y adultos, eran pelados. Nacían pelados, crecían pelados y morían pelados, ya que en lugar de cabello, en sus cabezas llevaban ideas.
   Las ideas, todas juntas en la cabeza, producían que ésta creciera, así que las personas iban por allí peladas y con sus cabezas midiendo medio metro ¿Raro, no? Eso fue hasta un día en el que una de las peores ideas salió a la luz: la idea de crear un artefacto, en forma de cuadrado, que estuviera las veinticuatro horas del día transmitiendo cosas, desde noticias hasta novelas. Era como una especie de libro, pero que no hacía falta leer, ni esforzarse por comprender. Sólo hacía falta mirar.
   Todas las personas del mundo compraron este artefacto, nuevo e ingenioso, estaban fascinadas con él. Tan fascinados estaban que se pasaban día y noche frente a él, mirándolo, y se olvidaban de usar sus otras ideas. Éstas se fueron pudriendo con el paso del tiempo, y en vez de salir vivas de las cabezas de las personas, salían de ellas muertas, y en forma fina y alargada. Estas ideas muertas terminaron llamándose "cabellos". Siempre peinados, arreglados, pintados o cortados, pero nunca utilizados.